Los Diez Mandamientos

 

El Octavo Mandamiento

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El amor al dinero es la raíz de todos los males. Aunque las Escrituras apoyan esta verdad con muchos ejemplos, la humanidad no aprende. La avaricia hace que le pongamos nuestras manos en lo que no se nos ha dado. Es muy perturbador descubrir que tu casa y tus pertenencias más preciadas han sido robadas. Por lo tanto, es la bondad de Dios legislar el octavo mandamiento. Pero el alcance de “no hurtarás” es mucho más amplio que el robo literal. Dios también nos llama a ser buenos administradores de lo que nos permite poseer en la tierra.