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Las promesas de liberación de Dios perduran hasta el final y entrenan a Su pueblo del Antiguo Testamento para que aún tengan esperanza en que las promesas aun mayores se cumplirán en la venida del Mesías prometido.
“Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos” (Hechos 15:16–18).