
La iglesia cristiana seguía creciendo a pesar de las persecuciones. Entonces, Dios escogió a Pablo y Bernabé para ser los primeros misioneros. Después de haber sido llamados por el Espíritu Santo, fueron enviados de Antioquía, y recorrieron varias ciudades de Asia, predicando el mensaje del evangelio. Muchos creyeron, y se conformaron nuevas iglesias en diferentes ciudades. Satanás, por su parte, se opuso a la obra, de manera que fueron expulsados en varios lugares, porque los enemigos de Cristo querían matarlos. Aún así, la obra de ellos fue bendecida por el Señor, y la iglesia floreció.