
En esta semana, en Jerusalén, Satanás movió el corazón de Judas Iscariote para que entregara a su Maestro a las autoridades judías. Convino con ellos por treinta piezas de plata, y buscaba la ocasión para entregarles a Jesús. Pensando que nadie lo sabía, regresó con los discípulos para la Pascua. Jesús envió a dos discípulos para que preparasen la Pascua en un aposento alto. Después que comieron la Pascua, Jesús tomó el pan y el vino, instituyendo así el sacramento de la Cena del Señor. El pan y el vino representan, respectivamente, el cuerpo de Jesús, que sería partido, y Su sangre, que sería derramada en la cruz. En ese momento, Jesús le dijo a Sus discípulos que uno de ellos lo traicionaría.