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David envejeció, y se necesitaba pronto un sucesor. Salomón fue designado por Dios como el legítimo heredero al trono para ser el siguiente rey de Israel. A pesar de ello, Adonías, su medio hermano, quería este cargo para sí, y armó una conspiración con la ayuda de otros. Por lo que, Betsabé, la madre de Salomón y el profeta Natán animaron a David para que hiciera algo al respecto.